Buenas a todos!
Hoy toca un post cultural. Vale que es divertido reírse con las cosas que os cuento, pero no todo son diferencias culturales y estrafalarias. Tienen muchas cosas que merece la pena ver, así que os voy a hablar de la visita que hicimos hace un par de semanas a la plaza de Tian'anmen y la Ciudad Prohibida.
Ese fin de semana recibimos visita de nuestros amigos de Shanghai :D. Vinieron Julian (Colombia), Kasia (Polonia), y Andy & Marco (Suiza). También vino Ben (China), un amigo de Miguel. Tras hacer el planning, acordamos visitar el centro el sábado por la mañana. De modo que pregunté en la oficina a qué hora deberíamos ir a la Ciudad Prohibida para evitar comernos toda la cola.
- Deberíais salir de casa a las 6 de la mañana - me aseguró un compañero de oficina, con una certidumbre y confianza en sí mismo digna de un hombre borracho hasta el eje - así podréis entrar pronto.
Me imaginé la cara que pondrían mis amigos cuando les diese las buenas nuevas, así que decidí no comentárselo. También decidí que uno puede aprender muchas cosas no escuchando a mis compis de trabajo.
Al final salimos de Wangjing (mi barrio) a las 9.30 y llegamos a la plaza de Tia'nanmen.
Supongo que habréis oído hablar de ella, y supongo también que sabréis lo que ocurrió. Así que evitaré hablar de ello en el blog por motivos evidentes. Anyway, cuando entras, lo primero que piensas es: "es inmensa". De hecho, la palabra inmensa cobra un nuevo sentido al recorrerla. Y es que 450 mil metros cuadrados (hectárea arriba, hectárea abajo) son muchos metros cuadrados. Eso sí, muchas cosas no hay: solo estatuas, flores y monumentos bonitos y peligrosos. Son bonitos porque los chinos ponen mucho esmero en hacer las cosas bien para aparentar (hablaremos de ello en otro post); y peligrosos porque no quiero ni imaginar qué ocurriría si hiciese/dijese/tocase algo que no debiera en medio de Tian'anmen square, cargadito de mienbros de "EL partido" vigilando.
Cuando te acabas de cruzar la plaza, llegas a la entrada de la Ciudad Prohibida. Está todo petado gente (para variar), pero a diferencia que en el metro, aquí van todos cargaditos con unas cámaras de fotos que cuestan más que mi sueldo de tres meses y con una energía y devoción que no la tengo yo ni hablando con el mismísimo Turing.
Para no ser menos, me hice una foto tuenti con quién-vosotros-sabéis.
Una vez hechas todas las fotos, entramos por la puerta sur para comprar los tickets. Y la verdad, es que si te paras a pensarlo, se forran: 60 yuanes para los turistas y 20 para estudiantes. Yo pasé como estudiante enseñando mi Documento Nacional de Identidad Español, sonriendo.
El rato de espera no fue para nada aburrido, ya que mi amigo se dedicaba a imitar a las vendedoras de sombreros. Os dejo aquí un vídeo de Ilan vendiendo sombreros [Màozi] a 10 yuanes [shí kuài].
Finalmente, entramos en la Ciudad Prohibida, o como la llamábamos nosotros "huge and forbidden". Aquí os dejo una foto sacada de Internet, para que podáis observarla desde la colina ;):
La verdad es que es bastante impresionante. Según Wikipedia, fue el palacio imperial chino de varias dinastías (desde la Ming hasta la Qing), y ubicada en el centro de Beijing, ahora es simplemente el Museo del Palacio.
Durante un rato, me descolgué un poco de mi grupo de mi amigos y me fui dando un paseo por el palacio. Todos los muros, patios y puertas me recordaban a películas o videojuegos, a todo lo antiguo, secreto y prohibido que tanto gusta a los exploradores-buscadores-de-tesoros. Con un poco de imaginación, podías incluso percibir cómo serían las cosas entre aquellos muros cientos de años atrás. Y podías figurarte al emperador caminando solo entre los muros, ya que cualquier persona que entrase en el palacio prohibido, era aniquilada en el acto.
Por supuesto, toda esta magia y sentimiento de paz interior del que os estoy hablando se iba al garete cuando la avalancha de chinos te apartaba bruscamente para sacarse fotos con aquellas baldosas que aún no habían posado con ellos.
Si no estáis familiarizados con la cultura China, los nombres os parecerán un poco ridículos. Así que para evitar la mofa general, os diré tan sólo unos cuantos de ellos mencionando que para llegar a la Puerta de la Divina Armonía (situada en el Jardín Imperial), tenías que cruzar la Puerta de la Suprema Armonía, bordear el Salón de la Gloria Literaria y continuar recto, no sin antes pasar por el Palacio de la Pureza Celeste.
Después de dos horas de patear (recordad que es prohibida, pero también inmensa) nos entró hambre y ya fuimos directos a los Jardines Imperiales, al final de la ciudad.
Como experiencia, merece la pena, aunque es cierto que al final acabas cansado de ver tanto rato lo mismo.
Lo bueno: la arquitectura de la ciudad y el sentimiento de estar viendo algo único y milenario.
Lo malo: el límite de visitantes al día es 80.000. No diré más.
En definitiva, os lo recomiendo a todos. Eso sí: id descansados, con muchas ganas de caminar y sobre todo con muuuuucha paciencia :D.
Saludos!
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